En los últimos años hemos sido testigos de importantes
cambios, sobre todo estructurales, en las universidades españolas. Sin embargo,
estos cambios no son producto de la reflexión pedagógica ni tienen como objeto
mejorar la sociedad actual, todo lo contrario, se dirigen hacia la recurrente y
retórica finalidad de la adecuación al mercado laboral mediante el desarrollo
de competencias profesionales y la promoción de valores como la adaptación y la
flexibilidad.
Del interés por el conocimiento de la naturaleza y la
sociedad en las primeras universidades medievales europeas, hemos pasado al mero
interés mercantil, rindiendo este espacio de formación y cultura al capital,
mediante el aumento de los intereses privados en la educación universitaria y
el vigente Plan Bolonia o Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
Sin duda, las universidades del estado español necesitaban
un profundo cambio en muchos aspectos, pero lo más probable es que el ubicuo
EEES no haya sido el mejor enfoque que se pudiera haber adoptado. La
posibilidad de que las empresas privadas contribuyan a la financiación de la
universidad pública, puede tener como consecuencia la orientación de las
investigaciones basándose únicamente en criterios de rentabilidad. Por otro
lado, existe un exponencial aumento de los préstamos bancarios para desarrollar
los títulos universitarios, en vez de potenciar el sistema público de becas.
Por último, se ha desarrollado una obsesión enfermiza por hacer encajar los
estudios superiores es el sistema capitalista, objetivo loable si no fuera por
la podredumbre crónica de dicho sistema que se sustenta en la injusticia y el
sufrimiento de las tres cuartas partes de la población mundial.
Educativamente hablando, se destaca la necesidad de que la
formación sea realista, basada en competencias y no en conocimientos, que se
dejen de lado las clases magistrales para fomentar el aprendizaje autónomo y
continuo de los estudiantes y que se aprovechen las posibilidades de las nuevas
tecnologías, es otras palabras, el típico discurso de buenas intenciones de
todas las reformas educativas que suele transformarse en la máxima gatopardista
del “cambiarlo todo para que todo siga igual”.
Se está modificando la organización, las denominaciones y
los planes de estudios, pero en ningún caso se logrará una mejora efectiva si
continuamos con los males endémicos de las actuales universidades, como la nula
exigencia en la formación didáctica del profesorado universitario, el
progresivo aumento de la competitividad entre instituciones universitarias o la
designación como únicos criterios de éxito los indicadores cuantitativos transferidos
de la ideología neoliberal del culto a la excelencia empresarial.
2. ¿Cómo hemos
llegado hasta aquí? Un breve repaso legislativo
En 1943, pocos años después del golpe de estado del dictador
Franco, se aprueba la Ley sobre ordenación de la Universidad española (1). Esta
ley fue inspirada por la falange y se ofrecían afirmaciones tan descriptivas
como: “Tal florecimiento universitario es el creador del ejército teológico que
se apresta a la batalla contra la herejía para defender la unidad religiosa de
Europa y de la falange misionera que ha de afirmar la unidad católica del
orbe”.
En la anterior afirmación se puede apreciar, a pesar de que
faltaban algunos años para la caída de los regímenes fascistas europeos, en
aquel momento el máximo bastión franquista, que ya estaba fraguado el proyecto
nacional-católico del franquismo, siendo una de sus características
fundamentales la asignación de la Iglesia como responsable de la educación
estatal a cambio del reconocimiento y legitimidad del Estado franquista: “La
Ley, además de reconocer los derechos docentes de la Iglesia en materia
universitaria, quiere ante todo que la Universidad del Estado sea católica”.
Por
último, la ley reconocía la existencia de 12 universidades: de Barcelona, de
Granada, de La Laguna, de Madrid, de Murcia, de Oviedo, de Salamanca, de
Santiago de Compostela, de Sevilla, de Valencia, de Valladolid y de Zaragoza
que convivirían con las 4 universidades privadas de la Iglesia: Deusto,
Pontificia de Comillas, Pontificia de Salamanca y Navarra.
Esta ley estuvo en vigor justamente 40 años, hasta que el
primer gobierno socialista de Felipe González aprobó la Ley de Reforma
Universitaria (LRU) de 1983 (2) donde se intenta modernizar la composición y
funcionamiento de la universidad y se propone adecuarla al nuevo marco
constitucional y a una realidad educativa donde se había cuadruplicado el
número de alumnos en 20 años (de 170.000 en 1960 a 650.000 en 1980).
Mediante la LRU se modifican las estructuras universitarias
pensadas únicamente para las elites sociales, se flexibilizan los planes de
estudios y se aporta mayor autonomía a unas universidades que pasarían a depender
de sus correspondientes comunidades autónomas.
Es también fundamental para entender la organización
universitaria actual remarcar que mediante la LRU del partido socialista se
abre la veda mercantilista, en coherencia con la Constitución, habilitando la
creación de las universidades privadas, así como de los centros privados
adscritos a entidades públicas y privadas.
Casi 20 años después y ya con el gobierno conservador y
neoliberal del PP en el poder, se promulga a finales de 2001 la famosa Ley
Orgánica de Universidades (LOU) (3) que contó con fuertes resistencias de gran
parte de la comunidad universitaria, incluyendo la propia Conferencia de Rectores
de las Universidades Españolas (CRUE) que en aquel momento agrupaba a 66
universidades públicas y privadas.
La LOU fue una ley déspota, oportunista e impuesta sin
ningún tipo de debate público aprovechando la mayoría absoluta del partido en
el gobierno. Esta ley ha sido muy criticada por traer mayor precariedad laboral
a los nuevos docentes, ofrecer un trato privilegiado a las universidades de la
Iglesia o crear la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y
Acreditación) como medio para asegurar el control gubernamental y la
homogeneidad. Sea como fuere, la LOU, cuya financiación para su implantación
brilló por su ausencia (como suele ocurrir con las leyes educativas), se
convirtió en otro paso más para arrojar a las universidades hacia el precipicio
del libre mercado.
La polémica LOU continúa siendo el marco legislativo
universitario, aunque en los últimos años se han aprobado diversos decretos
para modificar la estructura de los estudios en coherencia con los acuerdos
establecidos para la implantación del EEES, destacando el Real Decreto
1393/2007 (4) por el que se establece
la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales y el Real Decreto
861/2010 (5) que precisamente modifica ciertos aspectos del anterior decreto.
3. El auge de las
instituciones privadas en la educación universitaria
Como se mencionó anteriormente, es a raíz de la LRU de 1983
cuando se liberaliza la creación de universidades privadas, como se recoge en
su título octavo, siempre bajo reconocimiento gubernamental. Al mismo tiempo,
se abren las puertas a la aparición de los “centros adscritos”, es decir, centros
públicos o privados que no tienen entidad propia, sino que se adhieren a alguna
universidad que regula su plan de estudio y otorga los títulos oficiales. Los
centros adscritos son en gran parte privados y requieren el correspondiente
pago mensual de sus estudiantes, convirtiéndose en un sistema para favorecer los
intereses de las instituciones privadas que los sustentan, véase empresas,
fundaciones y en gran parte la propia Iglesia católica.
De
forma concreta, en el Estado español se ha producido un importante incremento
de las universidades, pasando de las 28 en 1975 a las 78 existentes en la
actualidad, de las cuales 50 son públicas y las 28 restantes privadas. En
cuanto a las universidades privadas el aumento ha sido espectacular, ya que
hasta el año 1991 existían sólo 4, las mismas que durante todo el periodo
franquista, creándose otra 24 en tan sólo 20 años. Si nos fijamos ahora en el
número estudiantes de las universidades privadas observaremos una tendencia que
no para de crecer en los últimos treinta años, así, en el curso 1980-81 eran
alumnos de este tipo de instituciones el 3,15% del total de universitarios, en
1990-91 el 3,38%, en 1996-97 el 4,74%, en 2000-01 el 7,29%, en 2005-2006 el
9,6% y en los últimos datos del curso 2009-10 el índice llega ya al 11,1%.
Resumiendo, en los últimos 20 años las universidades privadas han sextuplicado
su número y el porcentaje de alumnado que desarrolla sus estudios en estas organizaciones
se ha triplicado (6).
Centrémonos
ahora en conocer algo más sobre las universidades privadas (7). De las 28 existentes
en la actualidad, podemos dividirlas en dos grupos, por un lado las que
pertenecen a empresas y fundaciones no relacionadas directamente con la Iglesia
y las que pertenecen a la Iglesia católica y su entorno. El primer grupo está
compuesto por 14 universidades propiedad de distintas organizaciones, desde la
conservadora Laureate Education Inc. de la Universidad Europea de Madrid y la
futura Universidad Europea de Canarias (apertura en 2013) hasta la Fundació per la Universitat Oberta de
Catalunya donde se integran, entre otras instituciones, la Generalitat
de Catalunya, la Fundación Telefónica o la Federación Catalana de Cajas.
El
resto de universidades privadas de este tipo son las siguientes: Universidad
Alfonso X El Sabio (Empresa Universidad Privada de Madrid S.A.); Universidad
Antonio de Nebrija (Fundación Antonio de Nebrija); Universidad Camilo José Cela
(Institución Educativa SEK); Universidad Europea Miguel de Cervantes (Centro de
Difusión Sociocultural S.A.); IE University (IE Business School); Mondragon
Unibertsitatea (Corporación Mondragón); Universidad Tecnología y Empresa
(Universidad 2000, S.L.); Universitat de Vic (Fundació Universitària
Balmes); Universidad a Distancia de Madrid (Centro de Estudios
Financieros); Universidad Internacional de La Rioja (Universitas Internacional
de La Rioja, S.A.); Universitat Internacional Valenciana (Fundación de la Comunitat
Valenciana Universidad Internacional de Valencia).
El segundo grupo está compuesto por las otras 14
universidades privadas restantes que pertenecen directamente a la Iglesia
católica o bien está en su esfera de control. De esta forma, la Asociación
Católica de Propagandistas es promotora de la Universitat Abat Oliba CEU, de la
Universidad Cardenal Herrera CEU y de la Universidad San Pablo CEU; la Compañía de Jesús es titular de la Universidad
de Deusto y la Universidad Pontificia
de Comillas; el Opus Dei de la Universidad de Navarra y está en el ámbito de
influencia de la Universitat Internacional de Catalunya mediante la Fundación
Familiar Catalana; por su parte, los Legionarios de Cristo son dueños la
Universidad Francisco de Vitoria. El resto de universidades de este grupo son:
la Universidad Católica de Ávila (Obispado de Ávila); Universidad Católica de Valencia San Vicente
Mártir (Arzobispado de Valencia); Universidad Católica San Antonio (Fundación
Universitaria San Antonio); Universidad
Pontificia de Salamanca (Conferencia episcopal); la Universidad San Jorge (Archidiócesis
de Zaragoza) y la Universitat Ramón Llull (de inspiración cristiana y
gestionada por la Fundación Privada Universidad Ramón Llull).
Sin
embargo, la relación entre instituciones privadas y educación universitaria no
acaba aquí. Aunque suelen aparecen en las estadísticas de las universidades
públicas, existen numerosos alumnos que cursan sus estudios en centros
adscritos a dichas universidades y que son de titularidad privada. Con datos del
curso 2005-2006, se contabilizaron 16.314 nuevas matriculaciones en los centros
adscritos (8).
Sería
sumamente complicado y farragoso hacer un seguimiento de todos los centros
adscritos existentes en el estado español y comprobar su naturaleza, aunque
como ejemplo podemos nombrar algunas universidades: la Universidad Complutense
de Madrid tiene 9 centros adscritos (9), Sevilla 6 (10), Zaragoza, Oviedo y
Cádiz 5 cada una (11), es decir, teniendo en consideración que son 30 centros
adscritos sólo a estas 5 universidades públicas, nos podemos hacer una idea de
los que existen en las 50 instituciones de la red pública universitaria.
La titularidad
de estos centros es muy variada, desde fundaciones como la ONCE hasta empresas
privadas al uso y por supuesto, numerosos centros de la iglesia católica y sus
distintas congregaciones: salesianos, lasalianos, jesuitas, etc. La
justificación de su existencia es suplir carencias organizativas de las
universidades públicas, aunque no es necesario ser muy suspicaz para pensar que
existe un interés manifiesto por parte de las instituciones promotoras, mucha
de ellas con evidente poder e influencia, para que esta situación se mantenga
en el tiempo.
4. Para concluir
Las universidades como centros de investigación y educación
superior deberían convertirse en motor de la transformación socioeconómica, sin
embargo y muy al contrario, la tendencia que se sigue en las últimas décadas es
la de insertarse y adaptarse a marchas forzadas en la dinámica neoliberal que
va conquistando cada vez más espacios de nuestras vidas.
Las universidades privadas y su alumnado se han multiplicado
de un tiempo a esta parte. Cada vez más empresas, con el consentimiento del
poder político, están creando sus propios negocios educativos en forma de
universidades, transfiriendo la mentalidad y la precariedad humanista del
capitalismo a los espacios de aprendizaje.
Parece que están consiguiendo que se extienda en una parte
de la sociedad el ansia elitista de sentirse superior, de considerar todo lo
privado bueno y todo lo público malo, sin reparar, por ejemplo, que en el que probablemente
es el mejor sistema educativo del mundo en términos de igualdad y rendimiento, el
finlandés (12), las instituciones privadas son únicamente testimoniales, siendo
algunas claves de su éxito la adecuada financiación de la educación, la
formación del profesorado o la atención personalizada del alumnado.
Pero en el Estado español no sólo hay cada vez más
universidades privadas, sino que el marco de convergencia europea prevé la
financiación de empresas e instituciones privadas para las universidades
públicas, a lo que hay que sumarle los numerosos centros adscritos de
titularidad privada, convirtiéndose éstos en los ingredientes ideales para que
se vaya asentando un sistema dual universitario segmentado por la clase social.
Por supuesto y como ocurre en todos los niveles formativos,
la Iglesia católica no puede faltar a su cita con el negocio y el dogmatismo
mediante las instituciones educativas. En total 14 universidades privadas de su
ámbito y decenas de centros adscritos deben ser sustentados por sus clientes.
Al parecer los más de 6.000 millones de euros que recibe del Estado (13) les
son insuficiente para mantener su obra de “humanismo ilimitado” y su compromiso
con los pobres y desamparados. Para ello y paradójicamente, su labor en la
educación superior es la de fomentar el inmovilismo social mediante la
formación de la elite que conservará el actual estado de injusticia y
desigualdad.
Dicen que la universidad como la conocemos nació y murió en
Bolonia, quizá sea cierto, pero si el lugar del asesinato fue esta ciudad
italiana, su autor ha sido el egoísmo capitalista y los cómplices una casta
política rendida a la plutocracia. La única opción, plantar resistencia para
que se dignifique la universidad pública, para que no llegue a ser un nido de
buitres, para que la educación superior pueda convertirse en factor de
transformación en pos de la libertad y la emancipación social.
Notas:
6. http://www.educacion.gob.es/dctm/mepsyd/educacion/universidades/estadisticas-informes/datos-generales/datos-05-06.pdf?documentId=0901e72b80048a9b
y http://www.educacion.gob.es/dctm/ministerio/educacion/universidades/estadisticas-informes/novedades/2011-datos-cifras-10-uv.pdf?documentId=0901e72b809384a4
11. http://www.unizar.es/centros.html
// http://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Oviedo#Centros_adscritos
// http://www.uca.es/barra_herramientas/directorio/c_adscritos
12. http://www.oecd.org/document/53/0,3746,en_33873108_33873360_46637173_1_1_1_1,00.html
y http://www.finlandia.es/public/default.aspx?nodeid=36870&contentlan=9&culture=es-ES
Publicado en: Portal Libertario OACA, Kaos en la Red, Rojo y Negro, Alasbarricadas, LaHaine y Rebelión