Vaya por delante una pequeña explicación de lo peculiar del
título. Haciendo de "voyeur" en uno de los miles de foros que por Internet hay
diseminados, leía, hasta que el enfado me lo permitió, un hilo sobre la
necesidad de la existencia de la policía y recuerdo que el último argumento que
pude leer antes de entrar en cólera fue algo así como “¿Y si no existiera
policía a quién llamarías para que te ayude? ¿a Spiderman?”.
La policía tiene asociada numerosas funciones y es cierto
que en momentos puntuales incluso puede servir de ayuda, eso sí, habitualmente a
unas persona más que a otras. Para un ciudadano le puede ser de utilidad, por
ejemplo, para retirar un coche que ha aparcado en una zona para minusválidos;
para señalizar un tramo en el que ha ocurrido un accidente de tráfico; para sacarse el pasaporte o para denunciar una agresión, aunque bueno, en
este último ejemplo, si la agresión ha sido por motivos ideológicos, de odio o
racistas a cargo de fascistas, tampoco
suelen ser de mucha ayuda, y no por casualidad, ya que es frecuente que
haya implicación de policías y militares, como en el impactante caso, por ejemplo,
de Carlos
Palomino. ¿Es necesario portar armas para realizar las funciones que acabamos de describir?
Pero seamos sinceros, ¿cuántas veces nos ha sido de ayuda la
policía y cuántas veces nos ha reprimido, molestado y obstaculizado en nuestra
vida y en nuestras reivindicaciones?
Pongamos las cartas encima de la mesa y seamos claros, la
policía y sobre todo las unidades especializadas conocidas como antidisturbios
(aunque oficialmente tienen distintos nombres dependiendo del cuerpo concreto
al que pertenezcan) son los perros que protegen el status quo socioeconómico, garantizando la
salvaguarda del capital y los privilegios de los poderes fácticos.
En no pocas ocasiones florecen argumentos de la necesidad
policial para evitar el caos, para proteger la propiedad privada y para
defender a la gente de bien de las personas malvadas. Esta visión hobbesiana de
la sociedad del “homo
homini lupus”, es la frecuente entre los conservadores y neoliberales que
consideran al otro, al diferente, como malo por naturaleza, por ello, es
necesario disponer de guardianes del orden (su orden), de la propiedad (su
propiedad) y encarcelar a los inadaptados (según sus normas).
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Este es el fundamento por el que el estado capitalista
caracterizado por la plutocracia
efectiva posee el monopolio de la violencia, la capacidad divina de discernir
sobre quiénes cargar su ira que, como se demuestra una y otra vez en
distintos países y contextos, siempre es contra los mismos: trabajadores en lucha por
dignificar su situación, ciudadanos que quieren cambios en lo que consideran un
sistema injusto, personas que ponen en duda la labor de los poderosos… en todos
esos casos, no pueden faltar a su cita los mercenarios a sueldo del estado.
¿Alguien ha visto alguna vez que realmente protejan a los
ciudadanos de las tropelías criminales de empresarios, banqueros o políticos?
Por supuesto que no. Ellos no están para discernir sobre el bien o el mal,
están para pegar, para hacer daño, para condicionar al que lucha de que no lo
vuelva a hacer, para asegurarse que sus dueños dormirán tranquilos un día más.
Pero todavía hay quien aboga por razonar con ellos apelando
a su condición de “trabajadores”, pero se les olvida otra cosa y es el
componente moral. En muchas protestas suelen gritar eso de “vergüenza me daría
de ser policía”, y ahí radica un gran problema, en que muchos policías no es
que sólo no tengan vergüenza, es que poseen una moral antisocial y antihumana basada
en la superioridad y la prepotencia fascista. En el mejor de los casos, hacen su
“trabajo”, sin reparar en las repercusiones del mismo, para ganar dinero sin más, como
el que desarrolla su actividad en una empresa de armamento o es sicario, para éstos,
el fin justifica los medios.
¿A quién le da el estado las armas y la potestad de ejercer
la violencia “legalmente”? Los policías, aún asumiendo que cualquier
generalización es injusta, no se destacan por ser personas equilibradas, todo
lo contrario, en diversas investigaciones
se ha puesto de manifiesto que suelen tener más problemas psicológicos y comportamientos
suicidas que la mayoría de ciudadanos, entonces ¿cuál es el motivo? Probablemente
el fundamento del proceso de selección de las fuerzas represoras del estado,
tanto policía como ejército, es poner a prueba su sumisión, su obediencia
extrema y que llegado el momento arriesguen su vida comportándose como simples
autómatas para cumplir órdenes cuya valoración no está entre su cometido.
Hace algún tiempo, un buen amigo me comentaba que él creía
que cuando una persona era extremadamente violenta, por uno u otro motivo, si
tenía oportunidades en la vida terminaría siendo antidisturbio y si no,
terminaría en la cárcel. Cada vez estoy más de acuerdo con esa teoría, sólo hay
que comprobar la desmedida actuación policial en la Plaza de Catalunya de la que se
cumple ahora justamente un mes, donde agredieron y se ensañaron sin ningún tipo
de escrúpulos con personas totalmente pacíficas, sentadas con las manos en alto
que ni tan siquiera se defendían; donde arrasaron con todos, sean
indigentes o estén en silla de ruedas, incluso intentaron atropellar
con sus furgonetas a varias personas, todo ello y como siempre, sin
absolutamente ninguna repercusión, convirtiéndose, paradójicamente, en el único
“trabajo” donde cuanto peor haces lo que deberías (proteger y servir), mejor
consideración te tienen tus jefes (mandos policiales y responsables
políticos).
La violencia y la brutalidad policial de estos últimos casos
están teniendo más repercusión por el contexto concreto donde se dieron,
aunque como dice el adagio latino “nihil
novi sub sole”, es decir, que este mismo comportamiento es totalmente habitual,
como lo son los montajes policiales o que sean los propios infiltrados los que
causen la violencia que justifique las cargas y la represión, como podemos
comprobar desde el famoso Caso
Scala de finales de los 70 hasta la reciente imagen de los policías
infiltrados en Barcelona que dada su nefasta habilidad para integrarse con
el resto de ciudadanos provocaban una extraña sensación mezcla entre pena, risa e indignación.
Por supuesto no se
puede dejar de nombrar la gran labor de manipulación de los medios oficialistas
que sin excepción ofrecen únicamente las versiones políticas y policiales de
todo lo que ocurre, versiones normalmente convertidas en relatos de ciencia ficción donde los humildes y
justos policías tuvieron que enfrentarse contra violentos antisistemas que
desayunan niños y matan a ancianitos con el resultado de 14 malvados detenidos,
89 policías heridos y un dragón capturado. La casualidad es que nunca hay
manifestantes heridos, a pesar de que los policías van fuertemente protegidos y
armados y los manifestantes con ropa de calle y sus manos como únicas armas.
En fin, que
seguiremos siendo testigos de la brutalidad impune de la policía y del
desprecio que a sus semejantes tienen estos individuos. Por último, y con el
apogeo del movimiento 15-M para conseguir mejoras sociales y políticas debo
poner sobre aviso, por si alguien todavía no lo tiene claro, que en cuanto los
poderes políticos y sobre todo económicos vean peligrar un ápice sus
privilegios se defenderán con uñas y dientes, convertidos en porras y pelotas en
manos de sus guardianes teledirigidos. Así pues, todos prevenidos.
Publicado en: Portal Libertario OACA, Kaos en la Red, Rojo y Negro, LaHaine, Solidaridad Obrera, Alasbarricadas y Grupo Tortuga