Capitán anarquista |
Cerremos los ojos y dejemos volar la imaginación por unos momentos. Imaginemos la sociedad donde tendría sentido que existiera un superhéroe como el Capitán Anarquista. Debería ser una sociedad marcada por la desigualdad, la hipocresía y el reparto injusto de la riqueza. Una sociedad manejada por unos pocos que hicieran y deshacieran a su antojo aún suponiendo el sufrimiento de la mayoría. Una sociedad manipulada, donde los medios de comunicación intentarían convencernos de que es el propio Capitán Anarquista nuestro enemigo. Sociedad militarizada, cruel y violenta capaz de justificarlo todo por el dinero y el poder. Sociedad asesina que deja morir a los que menos tienen porque ella se ha encargado de quitárselo. Sociedad manejada por una oligarquía capitalista de banqueros caraduras, empresarios inhumanos, religiosos hipócritas y políticos títeres.
En esa maldita sociedad, el Capitán Anarquista se encargaría de repartir la riqueza y cambiar el injusto sistema, de encarcerlar a los verdaderos criminales y excarcelar a las víctimas, de darle su merecido al que especula con el derecho a la viviendad y dar hogar al sin techo. Y por supuesto, se personaría ante cualquier indicio de explotación del patrón a sus trabajadores y ante el juez corrupto que priva de su libertad al que sólo quiso comer.
En este mundo imaginario seguro que los que más tienen querrían quitar el pan de la boca al pobre para continuar amasando su cruel fortuna, seguro que el gobierno haría multitud de cosas absurdas como apoyar a los bancos y no a los parados, privatizar lo público o militarizar el Estado, siempre en pos del maldito discurso del "bien común" que sus medios de manipulación y su ministerio de propaganda nos obligarían a tragar con un embudo.
Este sería un contexto ideal para que actuara el Capitán Anarquista, contra la injusticia y sus mandatarios, empezando por un dictador fascista (o en su defecto, su sucesor), siguiendo por una casta de políticos sin escrúpulos, conciencia ni remordimientos y terminando por una estructura burocrática de pseudodemocracia que incluiría jueces, el sindicato vertical y otras instituciones cómplices, banales o celestiales, que trabajan todas ellas en la sombra para sus amos de las grandes corporaciones. Los mamporros aquí estarían asegurados y justificados.
Desafortunadamente, abrimos los ojos y abandonamos el mundo onírico de las ilusiones para darnos de bruces con la realidad. El Capitán Anarquista se ha ido, pero ese mundo imaginario se hace tangible.
Nuestra corrupta e injusta sociedad no podrá tener la ayuda de ningún superhéroe de ficción, los crueles mandatarios y sus adláteres no tendrán miedo a un justiciero con la estrella roja y negra en el pecho, los trabajores sabemos que no habrá ayuda divina. Sin embargo, somos nosotros los que podemos hacer realidad al Capitán Anarquista, sin escudo ni antifaz, sino con organización, apoyo mutuo y sobre todo, lucha por la dignidad. Nuestra fuerza es la unión, nuestra fuerza es la razón, nuestra fuerza está en la calle, la universidad, la fábrica y el taller. Porque podemos convertirnos, uno a uno, en cada una de las células que por millares articule al verdadero Capitán Anarquista, podemos y debemos convertirnos en puño de hierro que golpee sin piedad a los malhechores de nuestro mundo: el sistema capitalista y sus interesados cómplices.
Publicado en: Portal Libertario OACA, Kaos en la Red y Alasbarricadas